Iba recordadndo el artículo sobre el paro y el riesgo de sufrir infarto en el primer año publicado por una revista inglesa, de pronto un fuerte olor a flores de tilo en la Gran Vía. No creo que dejé nunca los bulevares de Burdeos, ni elprado lleno de ruidos de Vauclaire, y aquellas hojas de viña rellenas de arroz de Shuna, una tarde hablando de literatura egipcia.
Veo la ría, desde Deusto y echo en falta a Albert, y su burlona revolución, sus camisas ajadas y su porte de marqués.
Corre, entre tanta química por mis venas,todos los olores de tilos y canelas.
No tengo tiempo,y sinembargo no tengo prisa alguna.
sábado, 22 de junio de 2013
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