Si el dinero caducara como los yogures, no se almacenaría y esa fiebre de tener y tener, no se llevaría al extremo: allá o acullá.
Se acabaría pudriendo, y no daría tiempo de pudrir a las personas, de corromperlas, haciendo de ellas, por culpa de ello, nada más que moscas revoloteando, que no las lleva ni el viento sur.
Si el dinero fuera como el yogurt.
viernes, 15 de abril de 2016
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