He pasado la cita con el Inspector de Trabajo.
Un hombre gris con voz oscura y estrabismo divergente (quizá sea una ventaja siendo Inspector) me ha preguntado por mi menú diagnóstico.
Cuando ha llegado el postre he decidio,dar por concluido el "repas" como dicen mis amigos los franchutes, y le he solicitado con una voz apagada pero luminosa, que hiciera el favor de pagar la cuenta, y que no se molestara si no volvía a comer nunca más con él.
Me ha mirado por encima de la montura de sus gafas de concha negra, con un estrabismo mucho más evidente que al principio de nuestro encuentro, y se ha pasado la servilleta con las maneras de cualquier matarife de corderos.
He pasado por la sala de espera, y me he despedido de mi compañera de asiento con un :beeeee, de compromiso.
Hacía frío,el parque luminoso con patos al fondo.
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