Bucea en un espacio con el que uno viene construido, antes de que nos llegue la palabra, ese espacio que nos cimienta por dentro que está formado por vigas y tuercas que un día se formaron del reflejo, que provocamos en otro, en un mar no verbal, de silencios, de lunas rojas y árboles azules, donde nos mirábamos en espejos de miradas, una y otra vez y ......así nos vieron y así nos hicimos.
Pues allá que te va el bueno de David, y nos trae las fotografías de las mareas, y de aquellos mares que aveces no nos gustan ver ni recordar: orgullos, represiones, sumisiones al poder, cobardías, amores que no lo son, que no lo fueron, ignorancias..vanidades, busquedas imposibles, duelos....las verdades que hemos trasformado en mentiras tantas veces a lo largo de nuestra vida, que nos hacen dar vueltas sin parar como bailarinas cojas.
No mata Dioses, David, los ignora y éstos se van esfumando, balbucientes entre sombras....
Fuí, le escuché, me estremeció.
Palabras como llamitas de sus personajes, quemando la mala hierba, clarificando el bosque.
Vuelve pronto.
Vuelve pronto.
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