domingo, 9 de enero de 2011


Las pruebas están ahí, sólo hay que ir a buscarlas”, ha dicho el europarlamentario Dick Marty al presentar su informe sobre el tráfico de órganos en Kosovo. Y hay que detenerse en esta frase, que no es excusa sino denuncia de los silencios cómplices y la manipulación informativa que han hecho posible que durante años se perpetrase el crimen. Tan escandaloso como lo que relata el espeluznante informe del parlamentario europeo es saber que se sabía. La utilización de cientos de prisioneros serbios para el tráfico de órganos –primero engordarlos, luego pegarles un tiro, después extraer los órganos y, por último, venderlos al mejor postor– era un secreto a voces, aunque las voces hablasen en susurro, en Kosovo. Como es un secreto a voces que detrás de este y otros lucrativos negocios –tráfico de mujeres, drogas o coches robados–, están los miembros de la antigua guerrilla del UCK, ahora ejército de Kosovo, cuyo máximo dirigente, Hashim Thaci, es el actual primer ministro del recién creado Estado de Kosovo.

Y la pregunta, tan incómoda como pertinente, es: ¿qué sabían los mandos de la OTAN y los de la Misión de Administración Provisional de las Naciones Unidas en Kosovo (MINUK), que durante todos estos años han estado al cargo de la administración de Kosovo?

Teresa ArangurenPara seguir leyendo a Teresa

2 comentarios:

Io dijo...
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El jukebox dijo...
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