En sueños se veía
reclinado en el pecho de su amada.
Gritó, en sueños:
«¡Despierta, amada mía!»
Y él fue quien despertó; porque tenía
su propio
corazón por almohada. (CLXVII [xiv]
Si un grano del pensar arder pudiera
no en el amante, en el amor, sería
la más honda verdad lo que se viera-
Antonio Machado
De un cancionero apócrifo de Abel Martín
sábado, 9 de noviembre de 2013
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