Un día que fui a recibir la quimio se cayó mi pequeño monedero en el brazo del sillón donde estaba, un sillón con una especie de tubo de aluminio en forma de lazo.Las enfermeras me llamaron para preguntarme, en qué brazo tocaba aquel día o si iba a ser por otra vía. Al volver, apenas unos segundos, el monedero no estaba. Mire en el suelo, alrededor del sillón, debajo, nada. Me di cuenta, que hasta en los momentos más duros, hay picardía, interés por lo ajeno, robo.
Pero me llenó de esperanza, saber que mis compañeros, aún tenían ilusiones y deseos, que podían creer que se encerraban en el interior de
un pequeño monedero.
viernes, 26 de diciembre de 2014
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