Suzanne tenía una cabra, y daba caviar a sus gatos los viernes.
Pintaba y se dejaba pintar, bebía .Se acanallaba, bonita palabra que usaban en París, acanallarse en los barrios canallas, donde la burguesía metía la nariz y la sacaba ipsofactamente .
Los niños del noreste de Afganistán, suben las colinas llenas de piedras grises. Cogen sus pequeñas redes, y agitan una y otra vez las piedrillas, hasta ver una luminosa.
Y en ese momento, gritan de alegría:"Una esmeralda, una esmeralda, la encontré ".
Un pequeño trocito cuadrangular verde , vale 20 euros, en Kabul.
Suzanne, brillaba de madrugada ,entre callejuelas de Mont-Martre con su hijo de la mano, llevaba su hijo de la mano a medio dormir: Maurice Utrillo aprendiendo los reflejos azules delas fachadas.
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Los niños en Kabul, de madrugada, lanzaban sus cometas, cometas al cielo, hasta que llegaron los talibanes, y prohibieron hasta que las palomas volaran.
Ahmad Masud, había muerto, ya.
Querido Masud ,habías muerto ya.
Ya no se oían tus poesías de madrugada: "La noche está encinta, qué será lo que alumbrará la mañana".
Camino de madrugada, con una piedra gris en el centro de este mi corazón, cansado.
Querido Ahmad, ¿Por qué serán tan frías estas azules madrugadas sin ti?
Por qué será todo tan gris, sin ti.
viernes, 23 de octubre de 2015
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