viernes, 14 de marzo de 2014

Intentaba centrarme hoy, en un texto apresurado sobre Deleuze y los microfascismos actuales, que salpican tanto al capitalismo.Tengo apenas quince minutos, de mi casa al trabajo en el metro, para hacer una especie de ducha intelectual, antes de entrar en el mercado de la medicina, donde los gritos y la casqueria acaban por fatigarme día tras día.
Estaba en esta tarea hoy, liberadora, cuando no dejaba la señora de enfrente de contar su vida a la compañera, de una forma y con una voz, que saltaba el discreto espacio de Deleuze .Escuchaba de repente situaciones vitales que en nada me interesaban, pero a las que no podía abstraerme.
De pronto se ha marchado en la parada del hospital de Cruces, y la conocida se ha despedido de ella diciendo:
"Adios, Virtudes"".
Virtudes le ha llamado.
Qué extraño nombre,para una mujer que expone su vida en un vagón, ante un público que desea estar ausente.

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