jueves, 4 de septiembre de 2014

Cada vez veo,  en el metro, sentados, a pocas personas que vayan leyendo el periódico, o trajinando sus pensamientos, en babia, en sus cosas, mirando al infinito.
Con la cabeza a la altura de las rodillas y con una mano, van pulsando y sobando las teclas de sus ingenios modernos.
Parece que un yugo invisible, llevaran en el cogote.
Me recuerdan,  a las beatas pasando las cuentas de sus santos rosarios, rosarios embrutecedores y repetitivos.
Así se pasan los días, y las estaciones; así llegamos un día a asustarnos de la cara del otro, al verla al natural, pero nos tranquilizamos si las vemos en una pantalla.
Nos van vampirizando, nos han puesto un yugo, y tan contentos.

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