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Nunca supe saltar a la cuerda.
No sé cómo no lo aprendí, o si había que aprenderlo, o si se nacía sabiendo. Solo recuerdo que la primera vez que salté a la cuerda, iba viendo que las niñas estaban en una fila, y cuando me tocó a mí fui a saltar y se me enredó la cuerda a los pies, y escuché:" has fallado te toca dar".
Y seguí dando todo lo que quedó de patio.
Daba y daba y saltaban y saltaban a la cuerda, ésta hacía un ruido de látigo en el cemento, que me gustaba oir, era curioso el silencio que aveces se escuchaba roto po aquel ruido, que me hacía imaginar a romanos martirizando a esclavos, o romanos en galeras..para mí todo lo que era imaginación de postín, osea imaginación de alto nivel estaba hecha de romanos.
Al siguiente día me pasó igual, volví a fallar, y me quedé dando a la cuerda..con otra niña que bostezaba al otro extremo.
Al tercer día renuncié a saltar a la cuerda, y nunca conseguí aprender.
Pero en mi cabeza quedaron aquellos sonidos de la cuerda, silbando en el cemento, con el silencio de la magestuosidad Romana de CEsar en las Galias BIlbainas.
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